Es el título del artículo de opinión escrito por el especialista en políticas públicas J. Emilio Graglia, publicado por el períodico HoyDía Córdoba, en sus versiones impresa y web.
La política de los “anti” predomina en la Argentina de hoy. Lamentablemente, se repite una constante histórica. A los yrigoyenistas se opusieron los anti-yrigoyenistas, entre 1916 y 1930. A los peronistas se opusieron los anti-peronistas, desde la Unión Democrática en 1943 hasta nuestros días. A los inicios de la recuperación de la democracia formal, hubo un alfonsinismo y, también, un anti-alfonsinismo encabezado por los sectores más conservadores de la Unión Cívica Radical. Al menemismo se opuso el anti-menemismo, sobre todo a partir de 1999. No hubo anti-delaruismo porque ni siquiera hubo delaruismo, ni antes ni después de la debacle del 2001.
A partir del 25 de marzo de 2003, con la presidencia de Néstor Kirchner se inicia el kirchnerismo y, casi simultáneamente, el anti-kirchnerismo. La actual política de los “anti” (tanto desde el oficialismo como desde la oposición) se alimenta y retroalimenta por la concurrencia de cuatro factores: 1) los errores en las políticas económicas a partir de la muerte de Néstor Kirchner en 2011, 2) los resultados en las elecciones legislativas del 2013, 3) la imposibilidad constitucional de la Presidenta Fernández de Kirchner de candidatearse por tercera vez en 2015 y 4) la permanente cerrazón del gobierno nacional al diálogo político y sectorial.
Así, desde el oficialismo, la Presidenta parece no entender que su gobierno concluye en diciembre del año entrante y que el suyo es un “gobierno saliente”. Nadie pide que el gobierno no gobierne. Pero, considerando que concluyen ocho años de gestión y que se agrandan los problemas económicos como la inflación y la recesión, sería razonable que la Presidenta dialogue con sus posibles sucesores, tanto de su fuerza política como de la oposición. No son tantos… Sin embargo, la actitud es otra. Para el gobierno nacional, los opositores no son opositores sino representantes de los intereses anti-nacionales y anti-populares. Son los delegados de la anti-patria o los buitres.
A su vez, los opositores al gobierno nacional también profesan la política de los “anti”. Los dirigentes de la oposición imaginan muchos frentes electorales pero, en todos los casos, reunidos por el anti-kirchnerismo. Todos (con honrosas excepciones) repiten lo mismo: “tenemos que juntarnos para terminar con la era kirchnerista”. Sin embargo, para gobernar hace falta más que coincidir en las críticas al gobierno nacional. La Alianza por el Trabajo, la Justicia y la Educación que constituyeron la Unión Cívica Radical y el FREPASO (Frente País Solidario) en 1997 y que puso en la Presidencia de la Nación a Fernando de la Rúa debería servir como un ejemplo a no repetir.
Coincidencias para ser gobierno
Los opositores pueden coincidir en que el oficialismo de turno (tanto nacional como provincial o municipal) hace lo que no debería hacer o no hace lo que debería hacer. Pueden hacerlo, a pesar de las diversas ideologías políticas de cada uno, sin mayores dificultades porque se basan en la crítica a las decisiones de los que gobiernan. Por ejemplo, los dirigentes de la oposición pueden repetir las mismas críticas respecto a las políticas del gobierno nacional sobre el gasto o la deuda. Pero es muy diferente acordar una plataforma electoral o un plan de gobierno a cuatro años que defina, por ejemplo, cómo disminuir la inflación o cómo revertir la recesión.
En la Provincia y en la Ciudad de Córdoba, tanto el Gobernador José Manuel de la Sota como el Intendente Ramón Javier Mestre dependen de los resultados de sus correspondientes gobiernos y administraciones para continuar otro período o proyectarse a otros cargos, a diferencia de la Presidenta Fernández de Kirchner. En el caso provincial, el gobernador puede presentarse a la reelección (sería su cuarto mandato) o buscar la candidatura a la presidencia. En el caso municipal, el Intendente también puede presentarse a la reelección (sería su segundo mandato) o buscar la candidatura a la gobernación.
En ese contexto, en la provincia, hay anti-delasotismo pero en la ciudad, no hay anti-mestrismo. Los opositores al gobierno provincial se plantean un frente anti-delasotista pero los opositores al gobierno municipal no se plantean un frente anti-mestrista. Tal vez porque el gobernador, a diferencia del intendente, es el jefe de su fuerza política, tiene sucesores y una imagen positiva de su gestión. En cambio, el mestrismo parece ser, a la vez, el anti-mestrismo. Las fallas en la gestión municipal provienen de la gestión municipal y, a diferencia de la provincia, la estrategia opositora se simplifica mucho más, tratando de capitalizar los errores del oficialismo.
¿Quiénes ganarán las elecciones del año 2015? Los candidatos que interpreten el fastidio de la ciudadanía ante la política de los “anti” y las peleas inconducentes de los dirigentes políticos. Si son del oficialismo gobernante, ganarán los candidatos que sepan reconocer errores propios y proponer ideas superadoras. Si son opositores, ganarán los candidatos que sepan reconocer aciertos ajenos y proponer ideas innovadoras. Suena raro pero es así. No va más el “borrón y cuenta nueva”. Una cosa es que la ciudadanía busque cambiar para corregir lo malo y, de esa manera, mejorar. Pero otra cosa, muy distinta, es que esté dispuesta a tirar por la borda lo bueno y empezar de cero.
Por J. Emilio Graglia
