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Opinión: "Yo monologo, tú monologas... nadie dialoga"

J. Emilio GragliaEs el título del artículo de opinión escrito por el especialista en políticas públicas y docente universitario, Emilio Graglia y publicado por el periódico Hoy Día Córdoba, en sus versiones impresa y online.

dialogoEl oficialismo monologa. Pero la oposición también monologa. No hay coincidencias entre oficialistas y opositores. Pero tampoco hay coincidencias entre los opositores

Muchos monólogos no son un diálogo. Tan obvia como lamentable, esa es la realidad de la Argentina. La ciudad de Córdoba ha sido testigo de este abismo comunicacional. La semana pasada, una ministra del Gobierno nacional se fue malhumorada de un acto organizado por una empresa privada porque el gobernador de la provincia dijo cosas que ella no quiso escuchar. Un ejemplo (otro mal ejemplo) de la falta de diálogo. Porque dialogar es mucho más que decir. Dialogar es, primero y principalmente, escuchar. Si una persona no quiere escuchar lo que otra persona dice, el diálogo es imposible. No se trata de coincidir. Se trata, simplemente, de escuchar. En la Argentina, muchos dicen muchas cosas pero pocos escuchan.

El 8N (del que nos ocupamos el lunes pasado) fue un grito de innumerables gargantas. Un grito incapaz de construir alternativas posibles a las políticas nacionales. Es real. Como también es real que no hubo oídos dispuestos a escucharlo. No debería sorprendernos. Es una muestra de una realidad nacional plagada de griteríos incoherentes y sorderas sistemáticas. El oficialismo no dialoga puertas adentro. El proyecto que lidera la Presidenta no tiene aliados, sino alineados. Un dirigente político, empresarial o sindical no puede aliarse al Gobierno y gozar los beneficios. Debe alinearse o sufrir los perjuicios. Esas son las opciones. Todo o nada. Se aceptan las políticas nacionales sin criticar o se milita en las filas antipopulares y antinacionales.

Los perjuicios para quienes decidan no alinearse van desde los insultos personales hasta las represalias institucionales. Eso no es bueno para la democracia ni para el gobierno nacional. El oficialismo no tiene la obligación política de consensuar con "los otros" antes de decidir. Pero sí tiene la obligación ética de escucharlos y después decidir de acuerdo con sus convicciones y propuestas. El 54 por ciento de los votos legitiman el origen del mandato presidencial de Cristina Fernández. Los opositores (los de siempre y también los de ahora) no debe ignorar este punto de partida. Pero esa legitimidad de origen no es un pasaporte a la discrecionalidad política sino a la responsabilidad ética en la toma de decisiones.

Mentiras verdaderas
El oficialismo monologa. Pero la oposición también monologa. No hay coincidencias entre oficialistas y opositores. Pero tampoco hay coincidencias entre los opositores (políticos, empresariales o sindicales). ¿Por qué no se dialoga? Esa es la pregunta que debemos hacernos. ¿No saben dialogar, no pueden o no quieren hacerlo? 

DESENCUENTRO 120x108cmPara que haya diálogo debe haber diferencias. El diálogo no parte del consenso sino de la confrontación. No dialogan quienes coinciden sino quienes discrepan. Es absurdo sostener que "no dialogamos porque no estamos de acuerdo". Esa es una sinrazón que solamente puede argumentarse por ignorancia o mala fe. Precisamente, el motivo que justifica el diálogo es el desa-cuerdo entre las partes.  Pero, sobre todo, debe haber respeto a las diferencias. Escuchar supone creer que el otro puede tener una parte de la verdad. El mundo no se divide entre buenos y malos. Mucho menos el mundo de la política donde los demonios se disfrazan de ángeles y viceversa. No escuchar al otro es una falta de respeto y una demostración de soberbia. El diálogo supone humildad. No falsa modestia sino humildad.

Finalmente, además de respeto a las diferencias, para que haya diálogo debe haber un interés superior. Si cada una de las partes trata de imponer su punto de vista, el diálogo es una charla. A través del diálogo debe buscarse una síntesis que supere las posiciones iniciales de las partes. Si uno gana lo que otro pierde, no hay posibilidades de dialogar.

Puede haber muchas cadenas nacionales y muchos 8N. Puede haber muchos aplausos oficiales y muchos gritos opositores. Pero no va a haber diálogo si el oficialismo y la oposición no demuestran respeto a las diferencias y búsqueda del bien común. Esa es la cuestión clave. ¿Sabrán dialogar, podrán o querrán hacerlo?

* Twitter: @JEmilioGraglia

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