Es el título de artículo de opinión escrito por el académico y docente universitario Emilio Graglia, y publicado por el matutino HOY Día Córdoba, en sus ediciones impresas y online. En el artículo, Emilio Graglia, alude a cómo la actual gestión de gobierno provincial, que encabeza José Manuel de la Sota, ha decidido mostrar al país una faceta importante de la indiosincracia popular cordobesa.

¿En serio? Eso dice una canción que suena y resuena por estos días en una de las radios más escuchadas de Córdoba. Las decenas y decenas de festivales que se desarrollan a lo largo y a lo ancho de nuestra provincia durante los meses de enero y febrero parecen confirmarlo plenamente.

Desde los más tradicionales como el de Jesús María o el de Cosquín, hasta los festivales en pequeñas localidades, todo es música y baile.

Pero la novedad ha sido, sin dudas, el “Carnaval Cuartetero”, que fue transmitido en vivo y en directo a toda la Argentina con el auspicio del gobierno provincial. Más allá de esas tres noches de “tunga-tunga”, hay un hecho que no puede desconocerse. Este carnaval ha sido un hecho político con ganancia para el gobernador De la Sota, hacia adentro y hacia afuera de la provincia.

Hacia adentro, le ha permitido llegar a los sectores más populares de la Córdoba capitalina. De la mano de los grandes ídolos del cuarteto, ha sabido y ha podido darles una diversión sin antecedentes. Al mismo tiempo, esa fiesta ha sido entendida como una reivindicación del cuarteto y de los cuarteteros. Miles de cordobeses que todas las semanas bailan, gozan y disfrutan de una música que los representa.

Hacia afuera, le ha posibilitado mostrar el desarrollo de una fiesta popular sin incidentes ni desmanes. No es poco. Todo se hizo en orden, con una policía al servicio de los concurrentes.

Pero, sobre todo, hubo mucha alegría. Y ese es un mensaje para los demás argentinos. No todo es pelea. Hay un tiempo y un espacio para la alegría. Un mensaje político de “buena onda” en una Argentina con el ceño fruncido.

La oposición cordobesa lo sabe y por eso ha planteado un cuestionamiento en relación con los costos. Porque esa y no otra ha sido la crítica. ¿Quiénes van a alegar en contra de semejante expresión cultural salida de las entrañas de una Córdoba que quieren representar? Por otra parte, quejarse del rédito político es reconocer la habilidad de quien lo ha generado, nada más.

Obviamente, el gobierno provincial tiene la obligación de mostrar las cuentas, especificando cuáles han sido las contribuciones del Estado y también de los privados. Así lo exige la transparencia de los actos públicos. Asimismo, se debe entender que esta ha sido una inversión de cara al futuro. Se ha puesto en marcha un evento que sirve para la promoción turística de la capital provincial.

No todo es fiesta

Pero no todo es fiesta. Pasado el Carnaval de los cuartetos, pasados los festivales grandes y pequeños en toda la provincia, pasados estos meses de verano, la vida sigue. Y sigue con aumentos en los servicios, en los impuestos y en las tasas. Sigue con un proceso inflacionario que carcome los salarios de los trabajadores y las ganancias de los empresarios.

Se avecina un año que, según reza la publicidad del gobierno provincial, “será mejor”. Pero no será fácil. El gobierno nacional ha puesto al Gobernador y a la Provincia que él gobierna por el voto popular en la mira. Sin disimulos, la discriminación aumentará y los pocos fondos que lleguen a la Provincia serán para los municipios aliados y los intendentes alineados. ¿Y el federalismo? Bien, gracias.

Tampoco será fácil para el gobierno de la Ciudad capital de los cordobeses. Como hemos dicho, el discurso del orden tiene fecha de vencimiento. Más de un año después de hacerse cargo de la gestión municipal, el intendente Mestre (h) debe mostrar resultados. Los vecinos necesitan y demandan más y mejores servicios municipales.

El SUOEM reclamará un aumento de salarios y, para no perder la costumbre, el Intendente lo concederá después de una breve discusión sobre detalles. Seguramente, el legendario Secretario General de los municipales se comprometerá a menos asambleas en las reparticiones, los sueldos aumentarán y seguirán las asambleas por una y mil causas, a veces justificadas y a veces antojadizas.

Mientras tanto, los cordobeses seguirán sufriendo los baches en los que hunden sus autos, motos o bicis todos los días, el alumbrado y los semáforos que no funcionan, el “bondi” o el “trole” que no pasan, la basura que se amontona cuando las empresas privadas a cargo de los servicios no cumplen con lo debido... Tal vez un cuento cordobés nos alivie, porque somos fiesteros. Pero que ese cuento no sea de “la Muni”.

Por J. Emilio Graglia